domingo, 14 de marzo de 2010

Pez plata

Seguir al otro es como vivir entre las sombras de identidad confusa que dejan sin voz y esencia al alma misma. Sucumbir ante la voz ajena solo es seguir órdenes, sin brindar oportunidad a la sirena de nuestro ser el momento de expresar lo que hay debajo de su mar. Las demas especies consideran que si la voz propia habla es signo de egoismo total. Entonces, ¿qué hacer?, ¿cómo nadar con las propias aletas cuando siempre requerimos un pez grande para caminar en el agua?

Todos buscan del pez de plata el mejor de los brillos, la más grande de las fortalezas, separar los aleteos de las emociones y simplemente verlo como un movimiento más. Frialdad del agua salada que le resta sabor a la sensibilidad que le da el sodio a los sentimientos....